Y así es como se acaba la historia, como siempre. Siempre tiene un final. ¿Mi mayor miedo? Verte marchar. Y acabaste haciéndolo, como todo. Aunque aún así sigues aquí, en mi cabeza. No sales ni un puto segundo. Me sigues allá donde vaya, haga lo que haga. A cada paso que doy, a cada bocanada de aire que cojo con fuerza. Y ni yo se el por qué. No se porque narices sigo dándole vueltas a todo esto. La verdad es que aveces me gustaría no necesitarte. No tener esa sensación de que si no hablo contigo no estoy haciendo bien. No tener tantas ganas de verte, de abrazarte. Porque lo creas o no, me mata pensar que tu no lo veas así, que no pienses lo mismo que yo. Me has aportado muchísimo, me has cuidado como nadie. Has hecho que mis días sean menos pesados al pensar que tengo tus buenos días y tus buenas noches día a día. Al saber que al llegar a casa alguien me está esperando para hablar.
Que nos unía mucho más de lo que nos separaba. Que había más pros que contras. ¿Y ahora? Creo que nos hemos ido dejando todo por el camino, el cariño, la confianza, el respeto... Espero recuperarlas pronto. Me gustaban todas esas cosas cosas en ti. Me gustaba pasar horas tumbada contigo en la cama, se me pasaba el tiempo volando. Cosa que siempre he odiado. Se me pasaba taaaan rápido el tiempo estando a tu lado, que cada domingo ya estaba deseando que llegara el próximo fin de semana para poder volver a verte. Llámame loca, pero es un quiero y no puedo. Un te persigo y te vas.
Tal vez todo esto me está quedando demasiado grande, yo no contaba con esto. Yo contaba con quererte, quererte con la vida. Parecía suficiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario